¿Hasta dónde hemos llegado?

Reflexión de los sucedido en la escuela de Monterrey

Por: Israel Rubio   |   twitter: @isral0

El día de ayer se suscitó un hecho lamentable para Monterrey, para México, para el mundo. Un niño de apenas 15 años irrumpió en su escuela y le arrebató la vida a compañeros de una manera sádica y violenta para después matarse de un tiro.

No, lamentablemente no es ficción, no es una película ni mucho menos un videojuego, fue algo real, fue verdadero.
¿Estamos realmente ya a ese nivel como sociedad?

Se habla de que el niño sufría de bullying, que iba a terapias, que su comportamiento era diferente. ¿Acaso estos no son parámetros para saber que algo está pasando?

Hay una cosa que me llama la atención ante todo esto, la pistola con la que se disparó el arma de calibre .22, simplemente por el hecho de haber llegado a las manos de este niño. ¿De donde saco la pistola? No quiero pensar mal y no soy quien, pero me atrevería a decir que el arma la tenía en su propia casa.

Ahora también vamos a resolver las cosas como en Estados Unidos, entrando a las escuelas y a los trabajos matando a todo el que no nos cae bien, o al que nos molesto por usar lentes o por hablar diferente, realmente eso queremos?.

Creo en México y no somos así y no llegaremos a eso a pesar de todos los problemas que podamos tener. NO EN MÉXICO!

Es el primer caso que se suscita y esperamos que sea el último, hay una dicho que dice: “Después del niño ahogado, tapan el pozo” y por qué digo esto, en México tenemos esa cultura de; “No pasa nada” y hasta qué sucede queremos resolver el problema y muchas veces es demasiado tarde.

La regularización de armas es un tema importante, si no había pensado en eso, es ahora de hacerlo, más atención a los niños que sufren bullying, como padres poner atención a esos síntomas, algunos dicen que los videojuegos violentos provocan el deseo de matar y que no va a pasar nada, puede ser, no se, lo que si es la convicción, la creencia de tener claro que un acto tan violento como estos va a resolver el problema.

Los padres deben fomentar actos cívicos a los hijos y educarlos con el razonamiento del bien, no con la violencia. Se de casos que el papá incita al hijo a regresar una agresión a un grado más alto.

Aquí el problema no es de uno, o de unos, es de todos. No copiemos lo malo.

Es algo muy terrible, pero si queremos cambiar esta situación y si no queremos que vuelva a pasar debemos de actuar; y quitarnos de la cabeza: “No pasa nada”.

Es algo que no queremos para las próximas generaciones, es algo que personalmente no quiero para mis hijos.
Fuerte resignación para las familias.