El horno de microondas se inventó en la década de los 70’s gracias al doctor Percy Spencer, el cuando estaba probando un tubo al vacío llamado magnetrón descubrió que un chocolate que tenía en su bolsillo se había derretido; sospechando que aquello había sido causado por las ondas emitidas por el magnetrón, Spencer colocó algunas semillas de maíz para hacer palomitas cerca del tubo y el maíz se coció e hinchó.

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En la actualidad es un electrodoméstico muy útil y que nos simplifica la vida, pero ¿cómo funciona?

El funcionamiento de los microondas se basa en la radiación electromagnética que hace que las moléculas de agua se muevan con mucha rapidez, lo cual provoca calor por fricción entre las moléculas de la comida. (Todos los alimentos contienen agua en mayor o menor medida por lo que es posible calentar o cocinar cualquier elemento o sustancia que contenga algo de agua).

 

Dentro del horno, hay un dispositivo eléctrico llamado magnetrón que produce radiación de alta intensidad y las transporta hacia un ventilador para que sean transmitidas hacia el compartimiento donde ponemos la comida.

El magnetrón es una pequeña cavidad metálica con un filamento calentado a altísima temperatura que emite electrones y con un alto voltaje que los acelera.  Un poderoso imán hace girar los electrones y este movimiento giratorio es lo que genera la microonda.

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Estos electrones son liberados en forma de microondas hacia el interior del horno por el ventilador y una vez allí rebotan hacia todas direcciones hasta impactar en el alimento.

Si observamos el interior de un horno microondas veremos que está recubierto de metal por todos lados. Esto es porque la radiación se refleja en el metal y de esta manera no se escapa ni un solo electrón.

 

Es por eso que no se deben poner objetos metálicos dentro del horno microondas. El metal refleja las microondas y esto puede llegar a afectar el mecanismo interno del horno.

Interesante, ¿no?