No todas tus memorias realmente sucedieron como recuerdas…

Todas las memorias que tenemos tienen errores, en gran parte esto es porque nuestra percepción del mundo tiene errores.

Nuestro cerebro sólo recuerda partes de lo que realmente vivimos día a día y cada vez que recordamos algo, hay un gran potencial de que esa memoria cambie.

Existe algo que psicólogos llaman “memorias falsas”; estas son recolecciones que nosotros sentimos que son reales pero no son basadas en experiencias de verdad. Toma en cuenta lo siguiente:

  • La memoria no funciona como una cámara de video. Las memorias, como las percepciones, se crean a base de un proceso constructivo, y normalmente sólo recordamos la esencia de un evento, no todos los detalles exactos.
  • Cuando construimos una memoria, pueden ocurrir errores. Normalmente, nosotros mismos llenamos los huecos de las memorias con lo que creemos que sucedió, no necesariamente con lo que realmente sucedió.
  • Las memorias no sólo las distorsionamos con eventos que hemos visto o vivido, podemos alterar las memorias con eventos que ni siquiera hayan pasado. Esto suele suceder especialmente en contextos donde alguien está intentando aplicar técnicas psicoterapéuticas.
  • A parte de usar evidencias independientes para corroborar historias, no hay manera de distinguir entre una memoria real y una falsa. Inclusive las memorias que son contadas con detalle pueden ser completamente falsas.

¿Cómo puedes evitar las memorias falsas?

1) Necesitas evidencia independiente para corroborar tus memorias.

Sólo porque alguien dice algo con mucha confianza, emoción y detalle, no significa que realmente pasó. Se necesita evidencia independiente para saber si estamos lidiando con una memoria auténtica o no.

La evidencia independiente puede ser de otras fuentes que no tengan que ver con el originario de la memoria.

2) Ten cuidado con las preguntas que haces sobre una memoria.

Cuando intentas sacarle una historia a alguien, es natural preguntar muchas cosas. Sin embargo, hacer preguntas cerradas como “¿De qué color era su cabello?” o preguntas que guían a una respuesta cómo: “Era pelirroja, ¿Verdad?” nos pueden llevar a respuestas incorrectas.

Conseguirás una historia más acercada a la verdad si dejas que la persona cuente la historia primero, sin interrumpir y sin preguntar muchas cosas después. Si te quedan dudas, puedes decirle a la persona que te cuente un poco más.