Inventos que quizás no sabías venían de la antigüedad

Hay inventos hoy en día que nos facilita la vida o que solo de pensar que no existieran nos ponen los pelos de punta. Y muchos de estos inventos desconocemos quién los creó.

Sin embargo, es que muchos tienen una historia considerablemente más larga.

Te contamos la historia de tres de ellos.

Motor a Vapor

newcomen

Un ejemplo es el motor a vapor, en 1698, un ingeniero e inventor inglés llamado Thomas Savery patentó el primer motor a vapor. Otros dirán que el título se lo merece el español  Jerónimo de Ayanz, que en 1606 registró la primera patente para una máquina de vapor.

Esta “máquina a vapor” data del siglo l cuando Herón de Alejandría inventó un artefacto que funcionaba con vapor, a la que llamó Eolípila, en honor a Eolo, el dios de los vientos.

Pero no fue hasta 1551 que el musulmán del Imperio Otomano Taqi al-Din describió una turbina de vapor, cuya aplicación práctica era la rotación de un asador.

El Sismógrafo

sismo

En el año 132 el  artista Zhang Heng creó el sismoscopio, antecesor del sismómetro, que en teoría detectaba terremotos, aunque no registraba ni la hora ni la intensidad de ellos.

Este artefacto era sumamente útil, ya que indicaba indicaba la dirección del epicentro del sismo.

Lo llamaron “veleta de terremotos”, pues en ese entonces aún no sabían que los temblores se debían a movimientos de las placas tectónicas y Zhang Heng creía que eran causados por el viento.

Piedra solar

Silfurberg

Quizá lo que hoy podríamos considerar brújula, aunque sabemos que la brújula fue inventada por los chinos.

Los vikingos, quienes cruzaban los mares del Atlántico Norte, valiéndose de todos sus conocimientos y según la leyenda nórdica de una piedra solar, que les permitía orientarse.

En 1967 el arqueólogo danés Thorkild Ramskou lanzó la hipótesis de que los vikingos usaban la polarización de la luz dispersada por las nubes ayudándose de cristales. Sin embargo fue hasta los 2013 un equipo de científicos basados en la Universidad de Rennes, en Francia, publicó evidencia que sugería que la hipótesis de Ramskou era cierta.

Si giras el cristal frente a tus ojos hasta que la oscuridad de las dos sombras sea igual, podrás señalar la posición del Sol con una notable precisión.