23 de septiembre 2016

OPINIÓN  |

 

En los últimos años, la comunicación masiva ha evolucionado con la aparición de nuevas tecnologías, dándole al público o a la gente el poder de decidir lo que quiere ver en pantallas y lo que se vuelve relevante en cuanto a noticias.

Grandes cosas han sucedido con ello. La presión social obliga a los medios hablar de temas que podrían considerarse censurados, restringidos o tabús, pero también esa sed de información y morbosidad de la audiencia ha generado una irresponsabilidad al exhibir la vida públicamente de personas que no son lo que tradicionalmente podrías considerar de “Interés público”.

Hace unos días, una joven mexicana que en su despedida de soltera, supuestamente cae en una infidelidad. El momento fue captado por asistentes o cercanos a la fiesta y subiendo a la “red” las evidencias del supuesto engaño. Decimos supuesto porque nosotros no estuvimos ahí y aunque las imágenes existen en el Internet no podemos dar por hecho, como testigos, lo que realmente ocurrió.

Las fotografías y el video comenzaron a circular en redes sociales, la mujer se volvió “famosa” por sus actos que han sido juzgados por la inquisición digital formada por todos nosotros los usuarios, quienes detrás de una pantalla juzgamos y señalamos los comportamientos de otros, en base a nuestra supuesta moral, lo que creemos correcto o incorrecto.

Todo comenzó cuando pudimos grabar con los celulares y subirlos a Youtube, Facebook, Twitter, Snapchat…

Grabamos a quién se enoja y hace un berrinche, a quién grita, a quién se pelea con el esposo, a quién encuentra a “fulano” con una amante, somos los nuevos periodistas generando la información que debe circular en nuestras redes sociales.

¿Pero, estamos pensando el gran daño que le hacemos a los protagonistas y el que nos hacemos a nosotros mismos?

"THE FIFTH ESTATE"....Ph: Frank Connor..©DreamWorks II Distribution Co., LLC.  All Rights Reserved.

“THE FIFTH ESTATE”….Ph: Frank Connor..©DreamWorks II Distribution Co., LLC.  All Rights Reserved.

Estamos alentando un consumo descarnado de morbosidad y voyerismo hacia la vida privada de otras personas, que si bien es cierto que desde el momento que hacemos público cualquier pensamiento, momento o fotograma en las redes sociales se vuelve público, eso no nos exime de la responsabilidad del respeto a la privacidad.

¿Por qué ahora nos sentimos con el derecho de tomar nuestra tablet y celular y grabar a otras personas bajo situaciones que nos parecen increíbles, morbosas, curiosas o inapropiadas, subirlo a la red SIN AUTORIZACIÓN de quien grabas?, los volvemos famosos o les arruinamos la vida.

Estamos aún en una sociedad de prejuicios que criminaliza las acciones que no van de acuerdo a nuestra “moralidad”, nos consideramos con el derecho de exhibir y humillar, es el nuevo Coliseo Romano, una inquisición digital como lo llaman algunos.

Ya nadie está a salvo de ser lanzado a los leones que esperan ansiosos detrás de las pantallas la oportunidad de devorar una nueva presa. Ayer se hablaba de una pareja que realizó actos sexuales en un taquería, hoy los olvidamos y hablamos de la chica de la despedida de soltera.

Se acuerdan cuando hablaban de la chica que no chocó, la chocaron, de el hijo del papá y de muchas otras situaciones, que si bien algunos han librado la exhibición pública y le han sacado “provecho” a ello, existen a otros para los cuales por una equivocación, un error, una mal copa que sucedió frente a una persona sin ética, educación y respeto acaban con su vida. No es muy diferente que al que toma un arma y dispara o apuñala a alguien.

El morbo nos convierte en asesinos, estamos consumiendo la vida de terceros, estamos juzgando sin que nadie nos haya dado el derecho de hacerlo y que si bien contamos con la libertad de expresión, la libertad también tiene responsabilidades.

Ha habido casos, en los que siendo ciudadanos vigilantes, hace que conozcamos las corrupciones y malos manejos de instituciones o funcionarios públicos, situación que siempre va incumbir al pueblo

Pero, una noche de copas, un acto impúdico bajo la influencia del alcohol en una taquería, la fiesta extrema de la protagonista de una despedida de soltera que decidió serle supuestamente infiel a su futuro esposo es lo suficientemente relevante para que lo hagamos?

Todos tenemos una conciencia que nos dicta que es lo bueno y lo malo en las acciones, y debemos de tener tolerancia y respeto al respecto..

Hace unos meses una imagen en la que se ve a un padre de familia supuestamente haciéndole tocamientos a su hija en un restaurante de Villahermosa fue denunciado por la mesera y no le hicieron caso los gerentes del lugar, el acto se grabó se denunció en redes sociales tratando de buscar al culpable. Bien hasta ahí, es una violación a los derechos de los infantes, pero ¿alguien tuvo el valor de además de compartir, denunciar a la persona?. ¿Qué otras consecuencias se generaron?.

Hace 15 días una joven de 31 años de Italia se quitó la vida a causa del bullying en redes sociales. Ella grabó un video sexual con un chico (el sexo es normal entre las personas, cada quién decide lo que hace en su cama), inmediatamente fue distribuido por Whatsapp, su perfil de facebook se llenó de críticas ofensivas hacia ella.

Su vida se volvió tan insoportable que decidió terminarla ahorcándose con un pañuelo. ¿De qué era culpable la chica?

Nuestra sociedad seguirá haciendo alarde de la falta de moral, de la ingenuidad, de la promiscuidad de todo lo que ella hizo mal, pero ¿Quién juzga a los que graban, difunden, ofenden y alimentan su morbosidad sobre la vida de otros?.