Detrás del “Día de Muertos”

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Desde el México prehispánico, los antepasados ya creían en la muerte como parte del ciclo de vida de una persona y tomaban la muerte con seriedad y amplio respeto.

Al llegar los españoles y demás conquistadores, el culto a la muerte se mezcló con la religión católica proveniente de Europa.

Una vez mezclada con la religión pasó a ser una festividad los primeros de Noviembre de cada año. En dichas fechas los mexicanos se reunían en los panteones que previamente decoraban con coloridas flores, fotografías y artículos característicos del difunto a quien se “visita”.

Hoy en día es una tradición que perdió fuerza durante varios años pero que ha recobrado popularidad debido a redes sociales y al uso comercial que se le ha dado a los iconos tradicionales de la festividad como:

Las catarinas:

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El pan de muerto:

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El altar :

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El objetivo es recordar al difunto por medio de objetos característicos que hacen que las familias los recuerden y se sientan consoladas, psicológicamente satisfechas con la “interactividad” que tuvieron recordando a sus seres queridos.

Consiste en la instalación de una ofrenda en la cual se colocan dichos objetos además de velas, flores, alimentos y otro tipo de elementos tradicionales como el papel picado y las calaveritas de azúcar.

Aunque la ciencia y la tecnología han hecho que la gente crea cada vez menos en este tipo de tradiciones, el día del Muerto ha retomado gran popularidad por lo extraño que es para otras culturas el que los mexicanos veneran a los muertos, lo colorido de su celebración y algunas figuras icónicas como la catrina y el pan de muerto.