Conoce al Escuadrón del Veneno al que le debemos la vida

Hace 100 años la cocina era muy ortodoxa y sencilla; no existía la información adecuada para saber sobre los riesgos de agregar condimentos a la comida.

Hasta que el científico en química de alimentos Harvey Washington Wiley ideó un plan, convenció al Congreso para financiar con 5 mil dólares lo que él llamó “juicios de higiene de mesa” de los productos comerciales de alimentos. Fue un reportero del Washington Post el que apodo a “Escuadron del Veneno”.

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El plan era sencillo, Wiley debía de construir una cocina en el sótano del edificio del Departamento de Agricultura, después reunir a 12 voluntarios  lo suficientemente sanos para poder aguantar la comida que sería servida con veneno.

La comida consistía en platos típicos como pollo asado, estofado de ternera, espárragos con mantequilla, bollos calientes y pasteles de frutas frescas con café y crema.

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Pero lo que hacía única a esta dieta es que uno de esos platos incluía una sustancia de prueba elegida por Wiley, de una lista de conservantes altamente sospechosa utilizada a menudo en los alimentos.

A pesar del riesgo para su salud, todos los voluntarios firmaron extensiones absolviendo al gobierno de la responsabilidad por los posibles efectos secundarios por su participación en el programa, incluyendo la muerte. A cambio, ninguno recibía una paga extra, sólo tres comidas diarias ricas en aditivos.

En las pruebas realizadas con “el escuadrón del veneno” también se examinaron los efectos del ácido bórico, el sulfato de cobre, el nitrato de potasio, la sacarina, el ácido sulfúrico y el formaldehído.

De todos los voluntarios a lo largo de las pruebas sólo uno de ellos murió, Robert Vance.

En 1906, el Congreso aprobó las primeras leyes destinadas a la regulación de los procesos alimenticios.