Comer placenta, la tendencia de las madres modernas

La placentofagia se ha vuelto una práctica muy popular entre las madres modernas, pero expertos afirman que no hay estudios que comprueben sus beneficios.

Cocinada o mezclada en un batido, la placenta les da a las mujeres después del parto, la esperanza de que las ayudará a aumentar su energía y estado de ánimo.

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El consumo de la placenta ha sido recomendado por lo menos desde el año 1500 en la antigua China, y ha resurgido esta práctica en las últimas décadas, y especialmente en los últimos años, en Estados Unidos, Canadá y Europa.

Los beneficios que supuestamente ofrece la ingesta de placenta son la prevención de la depresión postparto, la reducción del dolor y la hemorragia postparto, el aumento de producción de leche materna y del vínculo madre-hijo.

Sin embargo estos beneficios no se han comprobado científicamente y muy pocos estudios han examinado realmente el tipo de ventajas que ofrece esta práctica.

En un reciente estudio realizado en el 2013, en una encuesta en internet, el 40% de las madres reportó estar en un mejor estado de ánimo dando como razón principal con un 34% haber comido su placenta.

Algunas madres primerizas prefieren poner el órgano en deshidratación para hacerlo después cápsulas que puedan tomar en las siguientes semanas o meses después de dar a luz.

Las cápsulas de placenta tiene un costo aproximadamente de 275 dólares por hacer entre 80 a 200 cápsulas dependiendo de su tamaño y su proceso consiste en cocer a vapor el órgano, deshidratarlo, aplastarlo para hacerlo polvo y ponerlo en cápsulas de gel.