¿Amor confluente o amor romántico?

Vivimos en tiempos donde las dinámicas y comportamientos emocionales y sexuales son diferentes en algunas parejas, muchos pudieran considerar que sus conductas no son moralmente correctas, pero la verdad es que ahora existen nuevos modelos de amor.

Los términos de lo que es permitido o no, es de acuerdo al tipo de relación que lleven. Tenemos entonces a parejas relacionadas bajo el amor romántico y otras bajo el amor confluente.

El amor romántico es aquel que se ha practicado tradicionalmente durante muchos siglos, considerado el amor idealse fundamenta en el matrimonio monogámico , le otorgá más énfasis a las emociones que al placer físico.

Muchas de las  características más marcadas de este tipo de amor son las que hemos conocido a través de películas, libros y canciones.

Se trata de un tipo de afecto que se presume es para toda la vida (te amaré por siempre), exclusivo (no podré amar a nadie más que a ti), incondicional (te amaré pase lo que pase), e implica un elevado grado de dependencia (Sin tu amor no puedo vivir).

Según algunos analistas modernos, este modelo de amor idealizado crea falsas expectativas y en ocasiones conduce irremisiblemente a la frustración y el fracaso afectivo.

Hay algunos otros que sostienen que es más factible que en algunos casos, se pueda dar cabida a la violencia en la pareja, además de dificultar la emancipación femenina, pues en este modelo se pone a la mujer en un rol pasivo.

El amor confluente nace con la revolución sexual en la cultura occidental a mediados del siglo XX y es opuesto al amor romántico.

Este término fue utilizado por el sociólogo británico  Anthony Giddens en su libro de 1992 “La transformación de la intimidad”, sexualidad amor y erotismo en las sociedades modernas. 

Este modelo de amor intenta democratizar la posición de la mujer dentro de las relaciones de pareja.

En el amor confluente, las personas se sienten íntegras y completas por sí solas, y cuando se involucran en una relación trae aportes de satisfacción sexual y afectiva, realzando la asociación voluntaria entre dos personas, a diferencia del amor romántico que centra su idea en el amor eterno.

En el amor confluente se le da importancia a la satisfacción sexual, de la misma manera que en lo afectivo, este modelo de amor legitimiza las fantasías y diversas formas o técnicas en la práctica del sexo.

Asuntos como la monogamia y la heterosexualidad se negocian en un acuerdo interno entre la pareja, cada pareja es diferente, cada pareja tendrá las libertades y limitantes que acuerden, a diferencia del amor romántico en el que se denomina más el “deber” .

Sobre el amor confluente Giddens: lo define de la siguiente forma.

“El modelo de amor confluente implica la existencia de un marco ético para el fomento de una emoción no destructiva en la conducta individual y en la conducta comunitaria. Proporciona la posibilidad de revitalización de lo erótico –no como una habilidad de las mujeres impuras- sino como una cualidad genérica de la sexualidad en las relaciones sociales, formada por las atenciones mutuas y no por un poder desigual. El erotismo es el cultivo del sentimiento, expresado por la sensación corporal, en un contexto de comunicación; un arte de dar y recibir placer. Escindido del poder diferencial, puede hacer revivir las cualidades estéticas de las que habla Marcuse”